Luis Alberto

Tuesday, April 15, 2008

JUNIN DE LOS ANDES, Y VAN...


Como todos los años, nuestro grupo de pesca comenzó a planificar la habitual salida a Neuquén. Esta vez diciembre –el mes habitual- no fue posible por las complicadas agendas de los integrantes y se decidió ir al cierre de temporada. Marzo aparecía como una buena opción y novedosa, ya que en general el conjunto no había hecho incursiones en esa época del año.

Después de un par de reuniones previas y de chequear alguna información que se había juntado, los planes que se habían tejido cayeron en el olvido. Salimos con un vago plan: pasar unos días en Junín de los Andes y alrededores y luego cerrar en Piedra del Aguila el último día, a la vuelta.

Solemos ir en carpa y cargar la camioneta disponible de manera abusiva. Esta vez la carpa quedó en casa y la opción de estar en una casa en Junín se afirmó y redujo el equipaje. Nos ayudó con los tiempos de viaje que fueron más cortos.

Mario, Gabriel, Fernando y yo fuimos de la partida esta vez. Llegados a la zona, tomamos contacto con Alejandro Olmedo, dueño del fly shop Patagonia Fly Fish, quien hizo los arreglos para que tengamos una excelente estadia. La primera salida, apenas llegados del largo viaje de 1.600 km., fue al río Malleo. Nos separamos en dos grupos: uno hacia abajo del río, dentro de la comunidad mapuche Painefilú, 10 km. desde el acceso y el otro al acceso de pesca conocido como Puesto Paja. En el camino a este último, pudimos observar las formaciones rocosas conocidas como ‘El jinete’ y ‘El escalador’, caprichosas formas de la naturaleza que nos sorprenden cuando Olmedo nos las señala.

El Malleo se mostró generoso en el vadeo, y las incursiones con línea de flote y ninfas nos brindaron las primeras alegrías: truchas arco iris de pequeño porte pero muy activas. El tiempo se mostraba bueno y el pronóstico para toda la semana era similar. Se nos habría un buen panorama.

Ya instalados, el segundo día visitamos por nuestra cuenta el Chimehuin, en la bajada cercana al pueblo conocida como ‘El manzano’ o ‘La angostura’. De manera similar al día anterior, hubo buena actividad en la mañana siguiendo los mismos parámetros de línea y moscas. Por la tarde, nos dimos una vuelta por la boca del Chimehuin y pudimos comprobar cómo avanza la construcción -en un loteo profusamente publicitado- en el lugar que para los que gustan de la pesca con mosca es conocido como una especie de santuario pagano, meca de peregrinación que ante su vista trae anécdotas de los pioneros de esta maravillosa práctica deportiva. Alejándonos del lugar, seguimos recorriendo la zona mientras tejíamos los más sombríos panoramas y yendo río abajo, no muy lejos de ahí, nos encontramos con una poderosa casa y una manga de aviación muy cercana. Al rato, rompiendo el doloroso silencio de un día soleado y sin viento, un helicóptero se hizo sentir fuertemente en el cielo: algo está cambiando, nos volvimos a decir. El Chimehuin nos regaló más alegrías, aunque de tamaños lejanos al de las proezas de otrora.

Nuestro tercer día era el más esperado: una flotada organizada con la presencia de Marcos Rabbia y su primo Gabriel. Salimos desde el Aluminé (aunque el cartel indica Collón-Curá) kilómetros antes de su encuentro con el Chimehuin. La bajada es ‘El recodo’, en la ruta 40.La configuración fue un Cataraft y un gomón; dos pescadores y un guía por embarcación. La indicación de Marcos fue clara: - Tiren con secas. Sorprendidos por la afirmación, dado que por la hora del día (media mañana), el tamaño del río, etc. nos parecía que nada iba a pasar, la respuesta fue contundente a poco de andar y acostumbrarnos a la pesca sobre el cataraft: pique voraz y captura. Yo saqué dos piezas y Mario al rato también tuvo acción. Bajando el río, la actividad bajó un poco y nos acercamos a un islote rocoso para descender. En el trayecto pudimos ver una gran cantidad de truchas de aproximadamente unos dos kilos que pasaban delante de la embarcación pero que no tomaban nuestros engaños. Desde el islote continuó la lucha sin éxito y pudimos avistar por primera vez un hermoso ejemplar de pejerrey patagónico.

El mediodía nos encontró recuperando fuerzas con una buena comida y una pequeña siesta, dispuestos a tener una mejor tarde. El río se mostró generoso, especialmente con la dupla Fernando-Gabriel que, pareciendo haber sido tocados por la varita mágica del hada Patricia, sacaron en forma continuada arco iris y alguna marrón –todas de buen porte- durante toda la tarde. La mosca estrella vespertina fue mencionada sencillamente como ‘la gomuda’, por ostentar sendas imitaciones de extremidades con delgados hilos de goma, que hicieron la delicia de los salmónidos. Luego de 30 km. de recorrido, en el acceso ‘La rinconada’, terminamos un día magnífico con una vista del río y su valle con ciervos pastando en estado salvaje.

Luego de un intervalo de un día, nos volvimos a juntar con Marcos Rabbia y Juan Nicolás Olmedo, hijo de Alejandro, para emprender una flotada en el lago Carilafquen, en la ruta que lleva al lago Curru-Hué. Carilafquen queda bastante más alejado que este último, no tanto en kilómetros pero sí en dificultad de acceso. Justamente dificultoso fue bajar las embarcaciones al lago porque la bajada era muy angosta, pero las pequeñas dificultades o el accidentado camino se olvidan al entrar dentro de este hermoso lugar rodeado de selva valdiviana, de verdes fuertes y de un silencio que aturde: éramos sólo nosotros y unos patos que al promediar la tarde rompieron la tranquilidad con su bullicio. La modalidad fue aquí con secas y con poca actividad al inicio, que fue cambiando a medida que transcurría la tarde. El mejor momento fue cuando bajamos a una playita y, como si estuviéramos en concurso en la Costanera de Buenos aires, nos pusimos uno a tres metros del otro, con línea de profundidad, y sacamos cada uno hermosas arco iris que brillaban bajo el día soleado.

La despedida fue en el río Caleufu, antes de su desembocadura, entrando por la estancia Alicurá. Este río, como todos en la zona, estaba con poco caudal, pocos árboles y no muchos accidentes que facilitaran la pesca, además de que comenzó a soplar bastante viento, luego de una semana de sol con sólo ligeras brisas, para que no nos olvidemos de qué se trata la cosa. Para quien escribe fue un mal día en el lugar, con una sola captura que voluntariosa se ofreció para despedirme, pero regular para la dupla mencionada más arriba, que entre ninfas y streamers les sacó provecho.

Voy a recordar, al igual que mis amigos de viaje, esta salida como una de las mejores que hemos disfrutado hasta ahora, gracias a una conjunción de buena pesca, hermoso clima y la agradable hospitalidad de los Olmedo y Rabbia en su conjunto.-