Luis Alberto

Tuesday, October 11, 2005

TARARIRAS Y FERIADO


Ayer 10 de octubre de 2005, salimos de pesca con Mario y nuestro amigo y periodista de esta especialidad Néstor Saavedra. El destino fue la laguna privada AlMarZul, que si bien parece algo exótico, árabe o vaya a saber qué cosa, no es más que las primeras letras de los hermanos dueños del campo, ubicado en el cuartel VIII de Bragado,Pcia. de Buenos Aires. También fueron de la partida el corresponsal del Buenos Aires Herald Caza, Pesca y Aventura en Mercedes, B.A. y dos amigos suyos. El lugar: ideal. Una laguna accesible, toda para nosotros, con lo necesario para pasar un día excelente, con un sol a pleno pero con un condimento no deseado: viento. Nos acompañó todo el día, y creo que fue una de las causas para que nosotros, en nuestro empeño por conquistar a las esquivas taruchas con nuestros señuelos, no tuviéramos casi éxito. No fue así con los Mercedinos, que carnada en mano -mejor dicho, en anzuelo- tuvieron mejor suerte, especialmente uno de ellos, que no se movió en todo el día de unos dos metros cuadrados de terreno y pescó sin parar.
Asado de por medio y posterior siestita, la tarde se tornaba esquiva nuevamente al pique. Me encontré luego de dos horas de intentos fallidos y cambios de señuelos diversos para distintas profundidades con Néstor en un recodo alejado en la laguna. Eran las seis y el sol caía hermoso por detrás de los juncales. El viento frenó y la postal era hermosa desde el agua. Sólo faltaban ellas... Y cuando menos lo esperábamos, sucedió: Néstor probó con señuelo de superficie y luego del salto voraz de la primera y posterior captura y devolución, cambié a una ranita Alfer's de superficie con 'buzzer' (zumbador) que me prestó Saavedra. El espectáculo fue para nosotros solos durante 45 minutos con la que yo creo es una de las mejores situaciones de pesca con estas voraces amigas dientudas: saltos, zambullidas, peleas y en especial cuando siguen al señuelo, y se está por levantar la línea del agua, cerca de uno, se lanzan al aire tras su presa creyendo que se les escapa. Pura emoción. Mario se perdió esta parte y asistió al final de fiesta desde afuera del agua. Los demás no sabían dónde estábamos y nos tuvieron que esperar para cerrar la tranquera. Todas fueron de tamaño mediano a chico, aproximadamente de un kilo (las emociones se pesan?)
Esos pocos minutos mantendrán viva la llama hasta la próxima salida. Sólo nos queda contar los días...